Durante su gestión abrió un hospital para ancianos, inválidos, convalecientes y locos.
Acusado de animosidad en su contar por los oidores, se le retiró a la Metrópoli; Estas acusaciones fueron comunicadas al monarca español Felipe II en una carta. Alarmado, Su Majestad envió a dos visitadores, Luis Carrillo y al Licenciado Alonso de Muñoz, a la Nueva España para investigar los casos. Ellos le ordenaron al Virrey Peralta regresarse a España para explicar su conducta, pero después fue residenciado y absuelto.
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